Cualquier persona sensata entenderá la idea que recoge el título de este post, pero por lo visto no abunda esta cualidad en el Parlamento de Cataluña, que acaba de aprobar con sobrada mayoría la Ley de Educación que impone, como lengua vehicular para la enseñanza, el catalán gracias al pacto entre el Partido Socialista liderado por el andaluz Montilla y los nacionalistas de CIU, más algunas otras fuerzas igualmente catalanistas...
Y está claro que dicha Ley, aunque se propugne desde la argumentación política lo contrario, además de empobrecer el futuro lingüístico de los habitantes de esa región española, no contribuye en modo alguno a la defensa de una Cultura, sin duda relevante, que precisamente por ello bien merecería contar con otro tipo de apoyos más inteligentes para engrandecerse en el futuro y no correr el riesgo de quedar reducida a un gueto.
Está claro que cada Autonomía debe proteger lo suyo y si dispone de una lengua propia, mucho mejor potenciarla y naturalmente enseñarla a quienes en ella habitan, es decir, fomentar el bilingüismo, pero de eso a imponer, avasallando el derecho de padres y familias a educar a sus hijos en la lengua que deseen, que los estudios se cursen de espaldas a la realidad común del país al que pertenece no deja de ser un ejercicio de obcecación, de ceguera y ofuscación que, mas tarde o mas temprano, terminarán pagando sus habitantes y que nada aporta en defensa del magnífico patrimonio de la cultura catalana.
No deja de ser significativo que el júbilo mediático de los principales periódicos de Cataluña - La Vanguardia o El Periódico - al anunciar la aprobación de esta Ley se haya manifestado, precisamente...en español.
Curioso, ¿no?
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