Lástima que, poco a poco, con el paso del tiempo se hayan ido perdiendo y, si acaso, queden vestigios por iniciativas de Asociaciones de Vecinos de algunas ciudades, algún que otro residual en cualquier población perdida y poco más... ¡Lástima!, una verdadera lástima.
Me refiero, como adelanta el titular de este post, a los Cines de verano que por todos los rincones de nuestra Andalucía proliferaban, con la llegada del estío, y que se constituían por derecho propio en la refrescante oportunidad de ocio nocturno de quienes debíamos soportar las tórridas temperaturas que por nuestra tierra son habituales entre junio y septiembre, con sus diversas variantes semánticas de calor, calorín, la calor, los calores, el veranillo del membrillo y cuantas ustedes deseen añadir al repertorio.
Es una pena que costumbres tan entrañables vayan convirtiéndose en recuerdos y pasando al más recóndito de los rincones como consecuencia de las televisiones, los aires acondicionados y desde luego el apreciable confort de la mayoría de los hogares, comparados naturalmente con aquellos de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado en los que - salvo excepciones que servían para confirmar la regla - no abundaban precisamente las comodidades...
Eso y el apreciable cambio de las costumbres de nuestra sociedad han pasaportado al olvido a aquellos Cines de verano de nuestra juventud de los que, ya digo, apenas quedan cuatro referencias, promovidas en la mayoría de los casos por iniciativas vecinales o municipales, que desde luego hay que aplaudir.
Aquellos Cines de verano...¡que lástima!
No hay comentarios:
Publicar un comentario