lunes, julio 13, 2009

La Ley de SAD culpable de lo que pasa en el Xerez

Que un equipo suba a Primera División, tras sesenta y dos años de existencia, y un mes después ni sepa claramente cual será su futuro, que jugadores completarán su plantilla, donde realizará su sesiones preparatorias de pre temporada, si habrá fichajes o cesiones de otros equipos, además de esperpéntico es una tomadura de pelo para cuantos se sienten seguidores del mismo y lo apoyan y le desean lo mejor en el futuro, como soportaron pacientemente los años de vacas flacas...
Y es que el Xerez C.D. - ¡ya somos de Primera! - no ha mejorada para nada con su brillante ascenso a la División de nuestro fútbol nacional, ya que su dueño - accionista mayoritario, se le llama - sigue siendo el mismo del año pasado y el mismo que, por enésima vez anunció su venta y por razones que no acaba de explicar, otra vez se ha vuelto atrás de su cacareada intención.
Claro que la culpa la tiene la ley de Sociedades Anónimas Deportivas que hizo posible la llegada al mundo del fútbol de semejantes personajes, tal vez tentados por los cantos de sirena de recalificaciones urbanísticas o de adjudicación de obras que luego se quedaron en promesas y así, ¡claro está! no salen las cuentas. Esa Ley que instaló al frente de muchos equipos de fútbol a figuras como Gil, Lopera o Soler, incluso Piterman, que dieron y han dado sobradas muestras de su capacidad directiva y ejecutiva y, sobre todo de su conocimiento del mercado futbolístico y los fichajes...
Uno supone naturalmente que Javier Gómez Navarro, cuando propició esta ley, pretendería solucionar graves problemas que nuestro balompié padecía y no incrementarlos, pero lo cierto es que el resultado, en la práctica, se está revelando perverso y casos como el del Xerez lo demuestran fehacientemente, así es que no estaría nada mal echarle una miradita al texto legal y procurar, para el futuro, introducirle ciertas modificaciones que evitaran que una afición tan constante y paciente como la nuesta se quedara, otra vez más, con la miel en los labios.
La Ley de SAD, ¡vaya un regalito!...naturalmente, para algunos.

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