Siempre me ha gustado la actitud de la justicia anglosajona para castigar determinado tipo de delitos con la imposición de los denominados "trabajos sociales", en beneficio de la comunidad en la que se delinquió y como terapia para reinsertar a los infractores y en este sentido sentencias como la de imponer la limpieza de calles y plazas a un "hooligan" en la población en la que su equipo de fútbol disputa un partido, precisamente a la hora en que el mismo se juega, no deja de resultar ejemplarizante para quién, llevado por la pasión incontrolada, ha causado destrozos, ha agredido a un hincha del equipo rival o ha provocado enfrentamientos con las fuerzas de orden público, por citar algunos ejemplos...
Posiblemente el cumplimiento de castigo semejante le será más penoso que cualquier otra medida disciplinaria.
En España somos menos dados a este tipo de "castigos" compensatorios, que muchos juzgan muy a la ligera como "blandos", aunque algunos Magistrados si tienen tendencia a imponerlos y, en ciertos casos, con la general complacencia de la opinión pública, pero a pesar de ello se debería incentivar este comportamiento, especialmente para corregir desmanes como el destrozo del mobiliario urbano, desgraciademente tan habitual en todas las ciudades, para reprimir la suciedad inaceptable causada por la denominada "movida" o "botellona", para sancionar las pintadas en fachadas, monumentos y toda superficie que a ello se preste, que tanto daño causa a la imágen de las poblaciones.
Posiblemente con dicho proceder se lograría mucho más que con otro tipo de castigos y desde luego se estaría devolviendo, por la vía de los llamados trabajos sociales, parte de lo que a la comunidad se le arrebata impunemente con actitudes semejantes a las anteriormente comentadas...
Que cunda el ejemplo de los jueces que, como los citados, contribuyen a hacer de sus sentencias no solo un castigo sino una aportación útil a la sociedad a la que, desde su alta instancia, sirven.
No hay comentarios:
Publicar un comentario