sábado, septiembre 18, 2010

Las "hermanitas" de la Cruz.

Así, con el diminutivo cariñoso y cercano es como se las llamas en nuestra tierra, lo mismo que a la que Juan Pablo II elevara a los altares - la fundadora de la Compañía - todos la conocen como Sor Ángela o Madre Angelita, que lo de Santa Ángela queda como muy alejado de lo terrenal, que es precisamente donde estas religiosas se emplean a fondo para socorrer a quienes lo necesitan, acompañar a los enfermos o cuidar de los ancianos, solos y abandonados por esta sociedad consumista y materialista que nos ha tocado vivir...
Por eso, al cruzarse por la calle con ellas - siempre en pareja, como la Guardia Civil - todo el mundo las mira con ternura, mientras las religiosas, con paso apresurado y mirada recogida van a lo suyo que no es otra cosa que predicar con la humildad, la caridad, la sonrisa y la fraternidad. Emplear su tiempo en favor de los demás.
Son por eso, de siempre, las "hermanitas" y hoy, más que nunca y como en aquellas inolvidables jornadas del Campo de la Feria, en Sevilla, y años más tarde en Roma, cuando la Madre fué, primero beatificada y finalmente incluída en el Libro de los Santos, con motivo de la beatificación de la Madre María de la Purísima, mucho más cercanas, más nuestras, incluso de quienes se manifiestan no creyentes, por su compromiso permanente con los mas necesitados, con los mas desfavorecidos...que esa y no otra es la tarea que irrenunciable e incansablemente llevan a cabo durante toda su vida...
Feliz jornada esta que ha tenido como centro la solemne y brillante ceremonia de beatificación celebrada en el inexplicable Estadio Olímpico - que nunca lo fué, por cierto - de Sevilla que al menos sirve para Conciertos musicales multitudinarios y, afortudamente, para que actos como el que nos ocupa puedan llevarse a cabo a la sombra de la Giralda, aunque su visionario Alcalde promotor lo soñara para espectaculares eventos deportivos.
Feliz jornada, respaldada por cincuenta mil personas devotas que han tenido el privilegio de contemplar esa hermosura de imágen, en su "paso" sin palio, que es la Virgen de la Macarena. Ella no podía faltar en un acto como el que relatamos en el que las "hermanitas" elevaban a los altares a una de las suyas.

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