Como una muestra evidente de la capacidad de nuestros políticos, de su actitud de servicio al ciudadano, de su voluntad de alcanzar el acuerdo en aquellos temas de Estado que lo requieren, de su respeto por las ideas de los otros, de su predisposición hacia las minorías, de su interés por aquellas cuestiones que de verdad interesan al conjunto de la ciudadanía, de su afán de sumar y no dividir, de su compromiso con la paz, de su vocación por la transparencia en los asuntos públicos, de su lealtad con la democracia, de su convencimiento de que más vale el "juntos, podemos" que la crispación y el enfrentamiento, tenemos en la práctica de la vida nacional, autonómica, provincial o local - que esa es la superposición de organismos y consiguientemente del gasto - esa máxima con la que nos topamos cada día y que ya aburre hasta las ovejas del "Y tu, más" como resumen del comportamiento de nuestros representantes de los distintos partidos políticos...
Y es que el "y tu, más" se ha convertido en el arma arrojadiza con la que estos responden a aquellos y los de allí se refieren a los de este lado, dejando la verdadera solución de los problemas que nos aquejan y que en este momento se concretan en alrededor de tres millones y medio de parados, con todas las secuelas de este drama, para "mas ver" que diría el castizo.
Esa es la cruda realidad de nuestra vida política nacional, con honrosas excepciones que vienen a confirmar la regla, a la que la sociedad civil tendrá, en algún momento, que decir basta ya que todo este entramado está precisamente sostenido por nuestra económica contribución en forma de impuestos y por la cívica en forma de votos y algún papel - digo yo - nos corresponderá tambien, dejando de ser complacientes consentidores de semejante estado de cosas.
Porque si el papel de nuestros políticos se reduce a la aplicación de la máxima "Y tu, más", apañados estamos...
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