Ahora le ha tocado a Cantabria, como antes a la Costa del Sol o a la Costa Dorada, un verano si y el siguiente también, con la malsana intención de alarmar al turismo y lograr que, una de las mayores fuentes de ingresos de nuestro país, finalmente se derrumbe, en beneficio de sus obcecados ideales independentistas que tanto dolor y tanta inquietud han causado a los españoles...
Nuevo verano y nueva acometida de ETA con sus artefactos y sus avisos para que la gente huya despavorida y nuestras costas - playas, paseos marítimos, establecimientos hoteleros - se queden desiertos, como si de plena estación invernal se tratara, mientras ellos se ufanan de su valiente ataque a los intereses de la España común - incluídos semejantes animales - y de lograr que las Fuerzas de Orden Público tengan que desalojar precipitadamente los alrededores del lugar donde han colocado su mortífero obsequio.
Pero ya, aunque lo pretendan, ni a nadie alarman ni a nadie sorprenden y el hastío de la inmensa mayoría de la sociedad española está llegando a su punto culminante con respecto a esta organización asesina y a quienes en ella militan lo que ha propiciado - esa es la causa y no otra - un giro de ciento ochenta grados en la política del Gobierno con respecto a la misma y a quienes, de una forma o de otra, la apoyan...
Es decir, que como afirma el refrán y desde luego afortunadamente, lo de los intentos de ETA de amedrentar a los españoles se está quedando en el puro reflejo de ese viejo refrán popular de "mucho ruido y pocas nueces", lo que supone todo un exito de los valientes gudaris.
¡ Menuda victoria...!
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