Evidentemente es el tema que trae de cabeza a toda la sociedad española desde hace mucho tiempo. La mayor preocupación de nuestra gente, que ni duerme siquiera pensando en este asunto y en la necesidad de adoptar medidas para que nadie pueda dudar de la solidaridad, la sensibilidad y la buena disposición de los españoles por las causas nobles...
Es, ya digo, tema de conversación, cada mañana, en la hora del desayuno en los hogares y en los bares, cada jornada entre los compañeros de trabajo, en la tertulia vespertina con los amigos y familiares y, por supuesto, en la sosegada charla cuando, rendida la actividad del día, uno se relaja comentando con la familia los temas verdaderamente importantes, fundamentales cabría añadir.
Y es que uno no se explica como hasta ahora ningún político hubiera tenido la imaginación y el buen sentido de proponer a sus compañeros en el Congreso de los Diputados que aquí también debíamos, por principio humanitario sumarnos al denominado Proyecto Gran Simio, para que nadie caiga en la maligna tentación de perseguir a estos animales tan cercanos a las personas, en algunas cosas y menos mal que alguien de Izquierda Unida finalmente lo propuso para remediar tan lamentable olvido.
Tenía que ser, naturalmente, de Izquierda Unida que con asuntos como estos conecta -como es apreciable en las sucesivas consultas electorales - con las preocupaciones e inquietudes de la sociedad expañola en su conjunto. ¡Menos mal...!
Y no es que a uno le parezca mal lo de apoyar la supervivencia de los grandes Simios como tampoco le parece nada malo que existan sociedades protectoras de los animales, acreedores a ser considerados como seres vivos, útiles y necesarios, pero con la que está cayendo, esta preocupación de algunos Parlamentarios además de pintoresca e irrelevante es, cuando menos, una triste demostración de para lo que sirven los suculentos sueldos que los españoles abonamos a quienes, dicen ellos, nos representan en las Cortes...
¿De verdad?
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