En un Estado llamado de las Autonomías, en un país que muchos desean camine hacia el federalismo y de hecho pasos significativos se han dado, con la complacencia cuando no la complicidad del Gobierno nacional en tal sentido, no es de recibo que se trate de hurtar el debate regional, en este caso el andaluz, al convocarse elecciones coincidentes con las generales al Congreso de los Diputados y Senado, a pesar del creciente clamor de los ciudadanos y de que un numero significativo de ellos ya ha firmado incluso manifestando su rechazo a tan perniciosa práctica.
Pero así fueron las cosas, con anterioridad y así volverán a ser ante la convocatoria del próximo 9 de marzo, el llamado Domingo de Pasión por cierto, mientras los andaluces callan y consienten, por mucha minoritaria voz de la izquierda y de los llamados ¿andalucistas? que se alce ante semejante atropello democrático que no solo camufla la auténtica realidad de nuestro territorio con el discurso estatal sino que hurta un legítimo debate que debiera prevalecer si, de verdad, se desea que Andalucía asuma de una vez por todas su destino.
Desgraciadamente este asunto ni es nuevo y mucho nos tememos que será recurrente en ocasiones sucesivas puesto que nada hay más pernicioso para la auténtica Democracia que la hegemonía política permanente de una idea o de un partido, cosa que los andaluces parecen aceptar como una bíblica maldición, pero a la que habría que poner coto alguna vez, rechazando el principio aquel que dice "más vale malo conocido..." y sustituyéndolo por la posibilidad de probar el cambio, que a la postre puede resultar bien o no pero que representaría un punto y aparte para esta tierra nuestra...
Lo que está claro es que hurtar el debate andaluz, a estas alturas, supone además de tratar de jugar con ventaja, ante la cita electoral, una tomadura de pelo a las legítimas aspiraciones de muchos andaluces.
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