jueves, enero 10, 2008

Atados al móvil.

¿Como nos comportábamos antes, cuando el móvil no existía? ¿Como es posible que la humanidad toda lograra comunicarse, intercambiar ideas y opiniones, dialogar, enviar mensajes? Y sin embargo, hasta hace bien poco - apenas tres lustros - todo ello era posible, sin trauma alguno para esos ciudadanos que ahora parece que han nacido con el móvil pegado a la oreja, ya que no paran de recibir y realizar llamadas, en casa, en la oficina, en la calle e incluso en lugares donde por mera educación deberían tenerlo en silencio, para no molestar a sus semejantes...
Y como cada vez son más pequeños, más versátiles, mas ¿manejables?, incluso más económicos, eso del móvil ya se fabrica también como juguete para que los Reyes Magos lo dejen en su anual visita a los más poqueños, además de utilizarse como moneda de cambio, por parte de las Operadoras, para quitarse clientes unas a las otras e incrementar así el número de sus abonados.
Y no es que nada tengamos que objetar a este invento moderno de la tecnología, que por supuesto se ha convertido en una útil herramienta para la humanidad, facilitando de forma extraordinaria la comunicación, aunque pensamos que no es ya uso sino abuso l0 que muchos hacen del aparatito portátil y que son mas de los deseables los que, móvil en mano, con melodías bastantes horteras interrumpen un acto cultural, en el que el silencio es necesario, un Concierto, una proyección de una película e incluso una ceremonia oficial o un servicio religioso, sin el menor pudor y tratando de ahogar, en el fondo del bolsillo o en el fondo del bolso, la molesta e inoportuna invasión sonora, mientras corren precipitadamente hacia la calle...
Y es que, parodiando al poeta, en este siglo de la modernidad podríamos decir aquello de "érase un hombre - o una mujer - a un móvil pegado..."

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi comentario a tu artículo "Atados al móvil" es muy breve: certero y lo suscribo totalmente.

Lo que me impulsa realmente a entrar por primera vez en tu blog, es mostrate mi alegría por haberlo descubierto -desde las "candilerias" de Antonio- saludar a un viejo amigo, entrañable persona y ejemplo del periodismo libre, al que tengo en gran estima a pesar de no haber hablado con él hace más de una década.

Con un gran abrazo quiero dejar patente mi admiración y cariño por Andrés Luis Cañadas, maestro del periodismo, demócrata y hombre de bien.

Emilio Lechuga

Andrés L. Cañadas dijo...

Gracias Emilio por tu comentario sobre el post dedicado al teléfono móvil.
A mi también me alegra de manera extraordinaria el reencuentro con un amigo, del que guardo un excelente recuerdo a pesar del tiempo transcurrido sin que nos hayamos vuelto a encontrar, aunque en este caso la memoria no es flaca.
Espero que estés bien y gracias, otra vez, por el concepto que tienes de este periodista que, aún jubilado, trata de seguir en la brecha.
Un abrazo fuerte.