sábado, junio 26, 2010

Se acabó el Curso.

Como cada año y aunque aún los maestros deban culminar sus tareas hasta fin de mes, dejándolo todo preparado para el siguiente, el Curso ha concluído, con la entrega de notas, con la alegría de unos - creo que los más - con las lágrimas y la tristeza de otros, por no haber alcanzado el aprobado - los menos, por fortuna -, con las fiestecitas escolares tan repetitivas en su estructura y su contenido, que convocan en torno a los niños a toda su familia, con el reconfortante horizonte de las vacaciones y, en definitiva, con el descanso necesario para unos y para otros - alumnos y profesores -, aunque ello traiga aparejado el problema familiar de encontrarse a los niños en sus casas..., según nos cuentan.
Digo esto ya que según he podido escuchar y ver en no pocos informativos de la radio y la televisión, parece que el final de Curso solo tiene esa negativa conclusión para ciertos ¿periodistas? que se empecinan en acentuar el hecho de que la presencia continuada de los niños en sus hogares - al no tener que acudir al Colegio - supone un serio problema para sus respectivos padres, al verse obligados a dedicarles más tiempo y consiguientemente también mayor atención.
De esta forma, el que los Colegios permanezcan cerrados se entiende - según dicho planteamiento - como un problema añadido para las familias, especialmente en aquellas en que ambos conyuges trabajan y se sitúa a los centros de enseñanza en la categoría de aparcamientos donde a lo largo de varios meses en el año depositamos a nuestros menores no ya para que aprendan y se formen sino simplemente para estar unas cuantas horas, sin que la familia deba preocuparse.
Y con estos análisis y estas conclusiones así nos luce después el pelo, desgraciadamente...

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