Aunque es práctica normalmente habitual siempre y ya casi para cualquier cosa, lo cierto es que, con referencia a la actividad política, esto de las encuestas es costumbre que se utiliza de forma frecuente y desde luego, intensivamente, cuando se acercan consultas electorales y hay que trasladar a la opinión pública las tendencias del electorado, sus preferencias por determinados candidatos o formaciones, las previsiones de escaños y cuanto pueda influir en el conjunto del electorado...
Encuestas promovidas por los propios partidos, por muchos medios informativos, escritos o audiovisuales - que con ello tratan de captar el interés de sus habituales o posibles consumidores -encargadas por asociaciones empresariales y sindicales o por entidades cuyo objeto es el de auscultar, periódicamente, lo que piensa el conjunto de los ciudadanos; datos que posteriormente ponen a disposición - previo pago, se entiende - de quien pudiera estar interesado.
Claro que con esto de las encuestas, ahora y siempre, ocurre un fenómeno digno de estudio y que no es otro que el de su utilización interesada a favor de un posible candidato, en contra del mismo, para lograr la desmovilización de los partidarios de una determinada opción política o precisamente para todo lo contrario con respecto a aquella cuyo triunfo electoral se dese conseguir...
Por eso, cuando una encuesta se filtra interesadamente, si uno no desea equivocarse mucho, tal vez lo mejor será poner sus datos en cuarentena, reflexionar sobre quién saldrá más beneficiado de dicha publicación, contemplar que es lo que verdaderamente sucede a su alrededor - es decir, conocer la auténtica realidad de la ciudad o del país - y decidir en conciencia que es lo que sería mejor a la hora de depositar su sufragio en las urnas.
Vamos, no dejarse manipular...
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