jueves, marzo 18, 2010

¿Solo una cuestión de imágen?

Naturalmente que los negocios, como todo en la vida, pueden marchar bien o terminar siendo una ruína, lo cual podría considerarse como normal y nada tendría que ver con el ejercicio de un cargo de proyección pública, pero cuando este - el puesto, en cuestión - es nada menos que el de la persona que preside la Confederación Española de Organizaciones Empresariales, es decir, la CEOE, algunas de cuyas empresas han caído con estrépito, no parece muy lógico que se trate de mirar para otro lado, como si nada ocurriera y se intente perpetuar la función directiva...
Y es que en una sociedad como la nuestra, con una clase política en el ojo del huracán de la opinión pública, con unos sindicatos cuyos dirigentes gozan del más generalizado descrédito, lo único que faltaba es que también al frente de las entidades encargadas de generar empleo y riqueza, por el ejercicio légitimo de su actividad económica, comercial o industrial, se encuentre una persona cuyos negocios se hayan ido, en buena medida, al traste.
Tal vez en esta situación, habría que recordar al conjunto del empresariado español y desde luego al propio interesado que, como la mujer del César no sólo hay que ser bueno, sino parecerlo y que ante una circunstancia tan adversa como la del actual Presidente de la CEOE no parece lo más aconsejable dejar pasar el tiempo, para que todo se olvide, ya que quienes sufren el lógico descrédito son la propia clase empresarial española y la entidad en la que esta se agrupa para la defensa de sus intereses.
Tan claro como el agua...

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