No es algo nuevo, por desgracia, pero ciertamente parece haberse acentuado con la habitual crispación de nuestra clase política que todo parece querer resolverlo con agresiones verbales a sus oponentes, cuando no con demandas en los Juzgados, que además de colapsar aún más la burocracia judicial casi siempre termina en nada...aunque el objetivo principal ya está conseguido: noticia de relieve en todos los Medios de Comunicación, ruedas de prensa en las que se aprovecha para reiterar los ataques al contrincante y reafirmación de que "los malos" son siempre los otros...
Hace ya algunos años, el propio Rectorado de la Universidad Hispalense fué objeto de un bárbaro ataque que incluso llegó a provocar graves daños en el patrimonio y que se sepa, quienes lo protagonizaron, no acabaron sus días expulsados definitivamente del ámbito universitario, que es desde luego lo que merecía su incívico comportamiento.
En anteriores ocasiones, altos dignatarios del Estado han sido insultados, abucheados, incluso zarandeados durante su presencia en alguna Universidad, donde parece que los energúmenos pueden actuar libremente, sin que nadie trate de evitarlo, alterando violentamente la actitud de respeto que debe imperar en semejante lugar, dedicado precisamente a transmitir los valores sobre los que debe asentarse una sociedad democrática.
Y ahora en Barcelona, concretamente en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma, numerosos ¿estudiantes? al parecer de ideología independentista, han tratado de impedir, con insultos y lanzamiento de botes de pintura, al grito de "fascista" una intervención de la lider de UPyD, Rosa Díez, que finalmente pudo hacer uso de la palabra, aunque en auditorio distinto al elegido en principio y con el Decano del centro cubierto de pintura lanzada contra quienes acompañaban a la mencionada dirigente política.
Todo un lamentable ejemplo de intolerancia de aquellos que llamando fascista a alguien que trata, sencillamente, de exponer sus ideas, son precisamente quienes se convierten en un deplorable ejemplo de intransigencia e intolerancia que la sociedad, en su conjunto, no solo debe sino que tiene que rechazar categóricamente, de una vez por todas, para que podamos lograr una convivencia pacífica...
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