Llena está la Semana Santa de lo que podemos llamar gestos cofrades, detalles de una Hermandad con otra, con sus propios miembros e incluso a veces, por motivos concretos, con personas ajenas a la misma o al propio mundo cofrade pero que por alguna razón se han hecho acredoras a un detalle o reconocimiento...
Son muchos, cada año y no solo a lo largo de los meses que conforman el calendario sino y muy especialmente en los días de la que tambien llamamos Semana Mayor, que suelen pasar casi desapercibidos para el conjunto de la sociedad pero que sin duda dejan huella profunda en cuantos tienen la oportunidad de vivirlos y desde luego en todos los que son objeto de ellos.
Por eso podría enumerar una larga relación de esos gestos pero quiero sin embargo concretarlo en una íntima y emotiva ceremonia que, desde hace ya algunos años viven, en la noche del Domingo de Ramos y a las puertas del hermoso templo parroquial de San Miguel, las Hermandades del Santo Crucifijo de la Salud y la de Nuestra Señora de las Angustias, al regreso de esta última a su Capilla propia, cuando la primera acoge a su cofradía hermana - ambas se tienen otorgada Carta de Hermandad - con la Plaza León XIII completamente a oscuras, doble fila de cirios encendidos y el solemne canto, a cargo de un tenor, de la Salve en honor de la Señora de los Siete Cuchillos, antigua denominación de la venerada Imágen que recibe culto en el antiguo Humilladero...
Y todo ello con una multitud agolpada en dicho lugar, completamente en silencio, certificando con su ejemplar recogimiento uno de los instantes más emotivos de la Semana Santa jerezana que, con gestos cofrades como el referido, cada vez se engrandece más.
Ojalá que cunda el ejemplo y que estos gestos cofrades se perpetuen en el tiempo.
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