sábado, marzo 27, 2010

Las vísperas.

Pasadas las fiestas de Navidad, Año Nuevo y Reyes, todo parece como si de la noche a la mañana cambiara de repente y en el ambiente, en las conversaciones, en el pensamiento de cada uno de ellos, comienza a tomar forma - en ese calendario repetido en carteles de los bares y de los escaparates - el faltan tantos días para el Domingo de Ramos, jornada señera, objetivo último de quienes se consideran y llaman cofrades...
Son días de capirotes de carton, colgados en la puerta de las tiendas, de túnicas primorosa y amorosamente planchadas por manos maternas, para que todo esté a punto el día de la salida, del embriagador perfume del azahar, por calles y plazas de pueblos y ciudades, de los últimos ensayos de Bandas de cornetas y tambores, de las penúltimas chicotás para culminar la preparación de las Cuadrillas de Costaleros, de concluir la instalación de palcos y sillas - esas infraestructuras que ocupan buena parte del centro urbano, en no pocas poblaciones y que suscitan, cada vez más, la polémica entre los ciudadanos.
Días de impaciencia, de esperanza, de mirar una y otra vez al cielo temiendo lo peor climatológicamente hablando y confiando en la bonanza del tiempo que permita la presencia de las Cofradías en la calle; de bruñir la plata cofradiera, de colocar la cera en la candelería de los palios, de Quinarios y Septenarios, de Funciones de Instituto, de fajas y molías para los Costaleros, de espartos y alpargatas, de sacar la papeleta de sitio, de ilusionada espera aguardando al comienzo de la Semana Santa...
Vísperas gozosas de la llegada, otro año más, de una conmemoración que en nuestra tierra, en Andalucía, se vive conforme a una centenaria tradición que para muchas, muchísimas personas, forma parte inseparable de sus vidas y por eso aguardan impacientes; mucho más una vez que ha sido proclamado el Pregón; que despunte el alba en la luminosa mañana del Domingo de Palmas y ramos..., que tiene eco de algarabía infantil.
Gozosas vísperas...

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