En la necesaria comunión con la Iglesia universal, revista usted, monseñor, su acción pastoral como nuevo Obispo de Jerez (Asidonia-Jerez, en la titulación histórica) de todas aquellas características, matices, perfiles y signos que contribuyan a que su importantísima misión le permita jerezanear en la universalidad con lo que estoy seguro que no solo acertará sino que llegada la hora de hacer balance - ojalá en día aún muy lejano - todos deban reconocerle el mérito de ser pueblo con su pueblo y de respetar la idiosincracia de la Ciudad y la zona que ahora, con los brazos abiertos, le acogen...
Viene usted de provincia limítrofe, madre espiritual de esta nueva parcela de la Iglesia que hace todavía muy pocos años, el Santo Padre decidió, a instancias de un Cardenal de Sevilla que con ello mostró bien a las claras su generosidad y desprendimiento, convertir en nuevo territorio eclesiástico dentro de la distribución diocesana española y asume el legado de aquel inolvidable primer Obispo don Rafael Bellido y la brillante gestión de quién le sucediera, don Juan del Río, pero junto a este indudable reto tiene otro más importante que no es otro que el impregnar su actuación de jerezanía - permítaseme la expresión - ya que de lo contrario corre el serio riesgo de no llegar a entendernos... primera obligación, creo, de un Pastor.
Así que procure usted - y repito que sea muy bienvenido - jerezanear, naturalmente dentro de la universalidad de la Iglesia y verá como este Jerez, esta Diócesis aún todavía muy jóven, le responde con toda la generosidad y entrega de que es capaz su enorme corazón y se pone a su lado para colaborar y ayudarle en la misión que el Papa avcaba de confiarle...
Esto, por supuesto, se lo manifiesto respetuosamente y en uso de la libertad que me otorga mi condición de creyente que considera que la mejor manera de ayudar a su Obispo no es otra que la de manifestarle con sinceridad lo que piensa.
Entiéndalo usted así, monseñor...
No hay comentarios:
Publicar un comentario