Después de tanta espera, de tantos millones enterrados bajo tierra, de tanta frustración y tanto contratiempo, lo mejor que pueden hacer los sevillanos y quienes no siéndolo, aman a Sevlla, es cruzar los dedos y confiar que el próximo jueves día 2, en la gozosa víspera de la Semana Santa, por fín el Metro de la ciudad hispalense inicie su funcionamiento como Dios manda...
Seguro que la respuesta, a tenor de lo que acaba de suceder en la prueba oficial de este nuevo medio de transporte, será entusiasta y que inmediatamente se convertirá en el vehículo obligado y necesario para poder ir, desde el Aljarafe a Monte Quinto, en un tiempo impensable si se pretende hacer en uno que circule por superficie, como ha venido ocurriendo hasta ahora y eso contribuirá decisivamente a mejorar el tráfico en la ciudad y, sobre todo, la calidad de vida de sus habitantes.
Podríamos volver ahora a la aún no explicada decisión de enterrar el primer proyecto de metro, lo que permitió a ciudades como Valencia o Bilbao adelantar a Sevilla en esta carrera por la mejora y modernización de su red de transportes, podríamos, naturalmente, hablar de los retrasos, los aplazamientos, los incidentes, una vez que se tomó la determinación de construir el Metro definitivamente, pero nada de ello conduciría a un resultado práctico y lo que interesa ahora es no solo apoyar su funcionamiento sino impulsar, desde este mismo momento, su futura ampliación que acabe beneficiando - por cercanía - a la mayor parte de la población sevillana.
Así es que, con ese espíritu, crucemos los dedos hasta el próximo jueves, por si acaso...
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