Si las guerras son la consecuencia del odio, la obstinación, la soberbia, la intolerancia, la estupidez, la avaricia y la crueldad de los seres humanos, que a veces no tienen otra ocurrencia mejor que ponerse a pegar tiros a cuanto se les pone enfrente, por razones nunca justificadas y admisibles, no cabe duda que la sublimación de todas estas miserias se encuentra en los actos terroristas que, amparados en la impunidad, bucan hacer daño, matar, destruir, a seres inocentes por no pensar como quién comete un atentado, formar parte de un colectivo encargado de hacer respetar la ley, negarse a pagar un irónicamente llamado impuesto revolucionario...o por desgracia, encontrarse en un lugar y en un momento determinado en que los representantes de la barbarie activan un explosvo...
Y eso es lo que ocurrió, tristemente, hace hoy día 11 cinco años, en varios trenes que acababan de estacionar en la Estación de Atocha, de Madrid o que hacia allí se dirigían y que vieron interrumpida su pacífica marcha con una verdadera masacre que quitó la vida a ciento noventa seres humanos y causó heridas, de diversa consideración - todavía en este momento una de las víctimas sigue en estado de coma - a cerca de dos mil.
Por eso, aparte las dudas que generaron las horas inmediatamente siguientes a estos terribles atentados, las que confundieron a la sociedad española durante la larga instrucción del Sumario, las derivadas del desarrollo del propio Juicio y las que dejó abiertas el fallo, que todavía plantean incognitas a no pocos ciudadanos, ciertamente esta fecha del 11-M es sin duda el aniversario de la mayor Ignominia que ha padecido España en mucho tiempo y así debe ser recordada por toda persona que se precie de tal.
Además de con una oración y un piadoso recuerdo para las víctimas y en el anhelo de que nunca más volvamos a vivir semejante barbaridad...
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