El grave problema del paro ha vuelto a tomar relevancia entre nosotros, de unos meses a esta parte, castigando una vez más, como siempre, a la comunidad autonómica andaluza en la que gobierna, desde hace ya muchos años el Presidente señor Chaves.
Claro que el problema no es exclusivamente nuestro, es decir, de los que habitamos por estas latitudes, aunque bien es verdad que cada vez que la economía estornuda, Andalucía coge un buen costipado que hace tambalear su precariedad laboral.
Ante situaciones semejantes, lo normal es - como se está haciendo o al menos anunciando para la zona de la Bahía de Cádiz, especialmente castigada por este problema - acometer planes de reindustrialización, tratar de captar inversores para que promuevan nuevas empresas y su consiguiente creación de puestos de trabajo, invertir en la formación de los trabajadores en paro, abriéndoles así nuevas posibilidades de contratación o emprender determinadas inversiones públicas que animen el mercado laboral...
Pero anunciar, como ha hecho el Presidente andaluz, que se fomentará el aprendizaje de las lenguas autonómicas - catalán, euskera o gallego - para que de esta forma nuestra mano de obra tenga mayores posibilidades de acceder, en su caso, a un puesto de trabajo en dichos territorios, además de una ocurrencia poco afortunada es ciertamente - por mucho que se haya utilizado el argumento como otra promesa electoral más - un insulto a la inteligencia de los andaluces, que según el señor Chaves deben irse acostumbrando otra vez a coger la maleta y cambiar de aires - como en la década de los años sesenta - si es que desean tener un puesto de trabajo.
¿O no es esa la intención que deja entrever sus manifestaciones?
Oir para creer...
...y para reflexionar, antes de acudir a las urnas.
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