Y eso es lo verdaderamente preocupante, no por que el vertido aludido anteriormente no revista gravedad y no ocasione daños - ¿ irreparables ? - en la fauna marina y por supuesto en las playas campogibraltareñas, como ocurrió en el caso del "Prestige", sino por el secretismo que ampara el contenido de las entrañas de este barco que acaba de hundirse, al que desde luego uno no encuentra explicación razonable.
Si la chatarra es eso, chatarra, que impedimento existe para contar a la opinión pública cuales son los elementos que la componen y si su contacto con el agua del mar puede resultar nocivo o no para la salud o el medio natural. A que viene tanto secretismo en torno a una información que se debe a los ciudadanos y a la que estos tienen derecho.
Eso, sin entrar en la sosegada pasividad que en este asunto ha venido exhibiendo, durante varios meses, la Junta de Andalucía que, tan solo después del hundimiento del buque chatarrero ha reaccionado, aunque mucho nos tememos que con un retraso injustificable si se contrasta con la celeridad con que, ante la presencia de un submarino nuclear en el puerto de la Roca, gobernando el Partido Popular, convocó concentraciones de protesta culpándole de negligencia en dicho asunto.
Tampoco que digamos se ha escuchado con suficiente potencia la voz de los colectivos ecologistas, salvo alguna honrosa excepción, lo cual no habla precisamente en su favor, cuando en el caso del hundimiento ya mencionado del "Prestige" clamaron a voz en grito contra el suceso y sus consecuencias.
¿Es que acaso se utiliza distinta vara de medir cuando se hunde un barco con un gobierno de derechas o uno de izquierdas...?
¿Es así como se consigue la credibilidad de los ciudadanos?
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