Cuando un sistema funciona, aparte los problemas puntuales derivados de alguna circunstancia concreta, no suele crearse una situación de tensión y enfrentamiento permanente entre las partes que conforman una institución o centro y la actividad cotidiana discurre por cauces de normalidad en los que cada cual sabe desempeñar el papel que le corresponde y, por supuesto, colaborar con los otros para el logro de los mejores resultados...
Viene a cuento, lo anterior, por el excesivo y habitual número de casos en los que, en Colegios e Institutos de nuestra tierra y desde luego en el resto de las Comunidades autónomas, se está produciendo una situación de enfrentamiento, denuncias, desconfianzas e invasión de competencias por parte de las llamadas AMPAS con respecto al profesorado y dirección de los centros, acusándoles de todos los males del universo con razón o sin ella y, en más casos de los debidos, instigados por posturas sectarias, argumentos poco consistentes y afanes evidentes de protagonismo.
Y está claro que no siempre el comportamiento de algún docente es el adecuado, que a veces un alumno puede recibir castigo desmedido, que la dedicación del profesor a su tarea formativa puede no ser la correcta, pero eso no justifica en absoluto que determinados responsables de las Asociaciones de Madres y Padres traten de convertirse en censores de cuanto se hace en un Colegio concreto, olvidando su primera obligación y la más importantes que no es otra que la de contribuir, con su aportación, opiniones y sugerencias, a la mejora permanente del mismo que pasa por supuesto por la implicación del profesorado en un ambiente de tranquilidad y confianza...
Y es que las Asociaciones de Padres tienen el derecho y el deber de velar por la mejora de los centros donde sus hijos cursan estudios y, por supuesto, el de ejercer las acciones que sirvan para corregir cuantas carencias y errores se detecten, pero igualmente están llamados a impedir que los alumnos agredan verbal o fisicamente a sus profesores, que hagan caso omiso de las indicaciones de quienes están llamados a educarles o que traten de convertir la propia clase o la escuela en un lugar de confrontación donde la indisciplina y el desorden imperen en todo momento ya que tambien a los padres, madres y tutores, en su caso, les corresponde un papel esencial en la educación de sus hijos... que muchas veces olvidan o tratan de delegar en los Colegios.
Pero, un día y otro, se suceden denuncias inexplicables, inconsistentes o caprichosas que además de deteriorar la relación con el profesorado está minando justificadamente la moral de los docentes y eso, desde luego, es muy grave para el futuro de nuestros centros y por supuesto para el conjunto de la sociedad.
¿Se hace algo para evitarlo?
¿La Consejería de Educación es consciente de la seriedad de este problema? y en caso afirmativo ¿ se actúa con determinación para ponerle coto de una vez por todas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario