No es, por desgracia, la primera vez que ocurre y a la memoria nos han venido sucesos similares acaecidos en Universidades del País Vasco, en Barcelona y aquellos lamentables y graves iincidentes en el propio Rectorado de la Universidad de Sevilla que acabaron con destrozos, detenciones, la suspensión de una reunión de su Junta de Gobierno y la posterior y consiguiente sanción contemporizadora a los autores materiales del asalto perpetrado a una institución con quinientos años de vida al servicio de la enseñanza superior...
Pero lo del ataque a la popular - por su militancia y desde luego por su valiente lucha contra el terrorismo etarra - María San Gil, en una Universidad gallega viene a corroborar, como igualmente lo reafirma el boicot a la visita del Papa Benedicto XVI a la Universidad romana de "La Sapienza", que algo ha dejado de funcionar, como debiera, en el seno de instituciones que por su finalidad docente tienen que ser ajenas a la agresión, el insulto, la intolerancia y la irracionalidad.
De Instituciones que por su ideario deben ser espacios de libertad, respeto, tolerancia, cultura e intercambio de ideas, donde nadie se sienta ni rechazado ni discriminado en función de su ideología, militancia, o creencia.
Pero parece que en la Universidad española - también Italia padece de esta plaga - lo que priva es el insulto, la intransigencia, y si te descuidas el vociferante coro de acémilas que impiden que alguien pueda exponer libremente sus ideas y principios a golpe de gritos y, a veces, de los otros, es decir de la auténtica agresión física.
Y por ese camino, lamentable y desde luego denunciable, que la Autoridad académica en primer lugar y tambien la Civil deberían zanjar contundentemente, mal va la Universidad en nuestro país, mal la enseñanza que se llama Superior y mucho peor quienes han trocado los estudios de una carrera por el sectarismo violento.
¿En eso invierten muchos padres su dinero?
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