Digan lo que digan las interesadas y dirigidas votaciones ¿populares?, el caso es que la Alhambra, ha sido, es y será una auténtica maravilla de la que los andaluces, en primer término, y los españoles todos - suponemos nosotros que también se sentirán así los que propugnan la audeterminación de sus respectivos territorios y si no... peor para ellos - estamos auténticamente orgullosos no ahora por la mediática campaña para designar las siete maravillas del mundo sino desde que el soberbio y espectacular munomento nazarí forma parte de nuestro Patrimonio...
Naturalmente que toda iniciativa de este tipo supone un plus añadido de promoción que tampoco habría venido mal a nuestra granadina Alhambra, pero ciertamente que la misma no necesita de más adjetivos y calificaciones que avalen lo que está a la vista de todos y muchos, muchísimos, hemos podido gozar, en lo más profundo de nuestros sentimientos, cuando hemos tenido el verdadero regalo que supone recorrer sus salones, sus jardines, su recinto todo donde, como en tantos otros lugares de nuestro común patrimonio monumental, se acrisolan diferentes estilos y épocas que todavía los hacen aún más atractivos y singulares.
Así es que muy bien está eso de que los votos, según el peso poblacional de cada país, puedan inclinar la balanza hacia un monumento o hacia otro, consagrar el Corcovado y no nuestra Alhambra, pero dicha iniciativa no resta un ápice del valor y el mérito que nuestra joya granadina representa en sí misma y que ha sido amplia y generalmente rconocido en el mundo, aunque ahora no se nos entregue el certificado que nos nomine como un lugar maravilloso.
¿Es que hace falta, acaso...?
Es que ¿acaso la Alhambra no es una verdadera maravilla...?
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