Lanzar un misil contra un avión comercial en pleno vuelo derribándolo y causando alrededor de trescientas víctimas es una auténtica salvajada. Un crimen abominable por el que deberían pagar los responsables de semejante locura a la que se ha llegado como una de las consecuencias de una lucha fratricida, de una nueva guerra civil en la que cada parte en conflicto se atribuye la verdad y la razón pero que si se sabe como comienzan nunca se acierta a decir como acaban. En este caso, de momento, con ese cohete que ha cortado el vuelo pacífico de centenares de víctimas simplemente por haber subido a un vuelo comercial...
A este inexplicable despropósito ha llevado el enfrentamiento de quienes quieren ser ucranianos y consolidar Ucrania como una nación mas en el contexto internacional y de aquellos otros que se sienten rusos y, por la fuerza, tratan de incorporar los territorios que controlan por el empleo de las armas a Rusia. Es la confrontación entre nacionalistas e independentistas que cuando trasciende los límites de la razón, de la lógica y de la Ley puede acabar, como en este caso, provocando víctimas inocentes, ajenas por completo a planteamientos que les quedaban lejanos, incomprensibles y desde luego indiferentes.
Por eso, el clamor de tantos líderes mundiales reclamando que los responsables de este crimen alevoso y cruel sean descubiertos y llevados ante la Justicia no debería quedar en eso, en una simple declaración sino que sería necesaria la cooperación de la Policía de todos los países interesados de verdad en esclarecer este horrendo atentado para que finalmente y como respuesta de la civilización se pusieran ante los Jueces a los salvajes que han provocado tan inexplicable masacre...
Por el bien de la humanidad, así debería ser.
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