sábado, abril 07, 2012

Saetas en Carpintería Baja.

Madrugada de Viernes Santo del año del Señor 2012. Por la esquina con Plaza Peones - son poco mas de las cinco y media - asoma la plateada Cruz de Guía de la Hermandad del Santo Crucifijo de la Salud y el silencio en la estrecha y recoleta calle, se escucha. Se hace leve roce de sandalias sobre las piedras del suelo, repetitivo golpeo de varas que apenas quiebran el respetuoso sosiego de la noche, apagadas órdenes del Capataz dirigiendo a los Costaleros para que el "paso" supere las dificultades de la calle, los balcones, las cornisas, incluso alguna reja de ventanas y de pronto, una plegaria cantada, enciende el fervor de los corazones arracimados a ambos lados de Carpintería Baja, muy pegados a las paredes, que es muy poco el espacio...

Una voz afillá se eleva desde el suelo al pie de la Cruz del Santo Crucifijo, para ofrendarle su oración sencilla y directa, espontánea, en una letra hecha expresamente para este Crucificado - el de la Salud - que pone sordina a los sonidos de Jerez, en la Madrugada Santa. Es Luís Lara, "el de Pacote", que ante el Señor de la Vía Crucis, ese Nazareno que vemos caminar sobre su paso, con rírtmica y poderosa zancada, cargado con el madero, volverá a cantar otra Saeta dedicada a tan venerada Imágen y que minutos mas tarde, ante el Nazareno de Jerez, ese que nos bendice desde San Juan de Letrán, el que ha dado nombre a esta jornada cofradiera, a la que aquí, precisamente por Él llamamos "La noche de Jesús" manifestará todo el sentimiento que nace de lo mas profundo de su ser para rezarle con versos que describen toda la grandeza de lo que esta representación plástica de Cristo atesora.


Por eso, en un instante apenas expresado y acallado enseguida por el silencio mas reverente, estalla el ¡ole! en los Cargadores del "paso", provocado por una emoción incontenible. Después, trabajo esforzado de quienes portan sobre sus hombros - a la jerezana manera - a Jesús - y cerrando esta morada luciérnaga de faroles que conforman un cortejo único y singular, la Madre del Traspaso, cargada también de la forma que nunca debe perder nuestro pueblo, que al doblar al final de la calle Carmen hacia Plateros - toda la negrura de la noche en el cielo - va dejando el mismo resplandor de la Gloria sobre la cal de las paredes...


Despuntaba el alba cuando el Cristo de la Buena Muerte, que deja en torno a si un halo de paz, doblaba la misma esquina, tras quedar prendida a los pies de la Cruz otra nueva saeta que Lara le dedicaba, completando una ofrenda devocional íntima, hermosa, emotiva, inolvidable para quienes estuvimos allí, participando en uno de los instantes mas especiales de esta Semana Santa que si se vió, en muchas ocasiones, alterada por las inclemencias del tiempo, nos proporcionó momentos entrañables, irrepetibles, como el que acabo de recordar aquí.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Don Andrés, honrado por estas líneas que acabo de leer, asi como por el sincero abrazo que recibí de usted en aquella mágica noche de Jesús en Carpintería. Me encanta que gente como usted fuera testigo de aquel momento tan íntimo y tan emotivo que allí vivimos.

Abrazo enorme, caballero.

Luis Lara

Andrés L. Cañadas dijo...

El abrazo no fue sino la expresión sincera de mi agradecimiento por el momento tan especial que nos hiciste vivir a cuantos estábamos allí en la Madrugada y de mi admiración por las letras y por la interpretación tan jerezana de las Saetas que escuchamos.
Y aquí, lo repito.

Andrés L. Cañadas dijo...

El abrazo no fue sino la expresión sincera de mi agradecimiento por el momento tan especial que nos hiciste vivir a cuantos estábamos allí en la Madrugada y de mi admiración por las letras y por la interpretación tan jerezana de las Saetas que escuchamos.
Y aquí, lo repito.