Como es natural, el anuncio del copago de las medicinas, o contribución ciudadana al sostenimiento del sistema público de salud - en el eufemismo ministerial similar al que se empleaba en épocas pasadas, cuando a las bombas de les llamaba artefacto y a las huelgas conflicto laboral, para no alarmar en exceso al personal - ha levantado una polvareda sobre recortes, impuestos, engaños gubernamentales y otras consideraciones parecidas, aventada por supuesto por la izquierda y especialmente desde el PSOE, ya que aquí cada cual trata de arrimar el ascua a su sardina...
Pero lo cierto es que, con sus bondades que nadie niega, con su vitola de avance social indudable, con el beneficio que ha supuesto, supone y pensemos que seguirá suponiendo para el conjunto de los españoles - y también para el de algunos extranjeros avispados que llegan hasta aquí para que la Sanidad española les arregle lo que en sus paises les cuesta, nunca mejor dicho, un riñón -, el actual sistema sanitario español, dividido, dirigido y teóricamente financiado por diecisiete comunidades autónomas parece insostenible tal y como está concebido actualmente y requiere de una reforma profunda que garantice su futuro y el mayor número de prestaciones y servicios para todos los ciudadanos.
Y es que tal y como ha venido funcionando hasta la fecha y, especialmente, desde la consolidación del Estado autonómico, o inventamos la maquinita de fabricar billetes o mal lo vamos a tener y quizá - aunque se discrepe de ello, ya que a todos nos gusta lo bueno - la fórmula de colaborar a su financiación, mediante el pago de una parte del coste de los medicamentos tal vez sea - mientras se encuentre otra mejor - un buen remedio, demagogias aparte claro está...
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