viernes, abril 27, 2012

El tonto de la moto...

Cada año, por estas fechas, la ciudad se llena del estruendo de las motocicletas de gran cilindrada sobre las que llegan a Jerez miles de "moteros" para presenciar las pruebas del Gran Premio de España de esta modalidad deportiva en la que, dicho sea de paso, nuestros pilotos - y esto no es de ahora sino que viene ocurriendo desde hace mucho tiempo - triunfan una y otra vez, logrando títulos mundiales, conquistando el podio en cada prueba, batiendo record y llenando de orgullo y felicidad a los seguidores españoles de este deporte, que por cierto son auténtica legión...

Y por tanto, como la ciudad se llena de vida, de visitantes, de desenfadada alegría, tras unos primeros años en que una excesiva permisividad y descontrol por parte del Ayuntamiento dejó secuela de molestias e incluso de peligrosidad para sus habitantes, se ha llegado a este año - tras el hermético, inadecuado y férreo control del acceso de motoristas al casco urbano, decretado por la anterior Corporación municipal - en que volvemos a la normalidad y por tanto sean bienvenidos quienes sobre las dos ruedas llegan hasta aquí para participar en la gran fiesta de la "motorada", que tiene lugar todo este fin de semana en nuestro Circuito de Velocidad.

Pues el llamado "motero", el de verdad, el auténtico, quién posee un vehículo de dos ruedas que, en muchos casos, vale mucho mas que un coche de lujo, esos que gastan en Jerez su dinero en hoteles, restaurantes, bares, entradas, tiendas de recuerdos, combustible para alimentar su máquina, etc. ni molesta, ni ocasiona el menor inconveniente ya que sin duda sabe comportarse. Lo otro, lo de los escapes libres, los "caballitos" sobre "motillos" de saldo, el "quemar goma",  los excesos de velocidad poniéndose en peligro allos mismos y a los demás, los que no respetan la señalización, el incordiar, en una palabra, es sinónimo del tonto de la moto, tantas veces local y no forastero y a esos, precisamente, es a los que por parte del Ayuntamiento se debe perseguir implacablemente para que se vayan con su "música" a otra parte. Vamos, a darle la lata a su padre, que a lo mejor está el hombre muy tranquilo pensando que los ruidos que le sobresaltan en su casa son provocados por gente que nada tienen que ver son su hijo...

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