martes, septiembre 20, 2011

Energúmenos.

Defender lo propio es cosa natural y mucho más cuando peligra el puesto de trabajo, nos amenazan con rebaja del salario, se anuncia un expediente de regulación en la empresa o esta se desentiende de sus obligaciones con respecto a sus trabajadores, demorando los pagos, disminuyendo su carga de trabajo, anunciando su cierre o trasladando su producción a paises en los que los costes de la mano de obra son sensiblemente inferiores a los que existen en España, por aquello de la globalización...

Claro que esa defensa no puede implicar el reinado de los energúmenos que pintan cajeros, los inutilizan, ponen silicona en las cerraduras, amenazan con violencia a quienes, en uso de su libertad, no quieren participar en las huelgas, pintarrajean las paredes por todos lados con frases tantas veces soeces, cortan calles o carreteras, queman neumáticos, persiguen a políticos o empresarios a los que empujan, insultan o agreden, atronan el aire de las ciudades con bocinazos, al amparo de unas reclamaciones a las que, por supuesto, tienen todo el derecho del mundo pero siempre que sean expuestas de manera civilizada y exenta de violencia.

Por eso nunca me han gustado los energúmenos y siempre he pensado que son una peligrosa lacra para toda sociedad democrática que se precie y que se quiera construir sobre los principios auténticos de libertad. Y por eso tampoco me gustan - y siempre he deplorado -  quienes al amparo de siglas políticas, sindicales o al rebufo de movimientos sociales se comportan con violencia dialéctica, física o psicológica para los que sería exigible una mayor implicación de quienes ejercen alguna autoridad y desde luego de las fuerzas de orden para erradicar a semejantes sujetos...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

O sea que garrotazo y tentetieso...

Andrés L. Cañadas dijo...

Si desde la niñez se inculcaran principios de justicia, paz, libertad, respeto y tolerancia posiblemente no sería necesaria la "receta" que usted propone...