Ciertamente, al margen de los que accedan al gobierno mediante la firma de pactos - más o menos confesables - aquellos políticos que mañana sábado ocupen alcaldías y presidencias de Diputaciones Provinciales apoyados por la obtención de una mayoría absoluta como primer objetivo tendrán el satisfacer a sus propios votantes cumpliendo y haciendo cumplir el programa electoral en el que basaron su campaña y con el que obtuvieron el respaldo suficiente para ello. Eso, además de natural es lógico y nadie podrá objetar semejante forma de actuar.
Pero una vez satisfecha esta primera opción, los Alcaldes, los Presidentes de las Diputaciones; en general cuanto político ocupe un cargo de responsabilidad con el apoyo de una parte del electorado; no debieran olvidar que lo son de todos los ciudadanos, de los que los votan y de los que, en el legítimo y democrático derecho que un verdadero régimen de libertades les otorga, han preferido apoyar otra fuerza política diferente a la suya y por tanto serán buenos gobernantes tanto más cuanto se apresten a escuchar todas las opiniones, las quejas, los anhelos e inquietudes del conjunto de la ciudadanía sobre la que ejercen una determinada responsabilidad, sin olvidar desde luego sus propios criterios ideológicos pero asumiendo otros que igualmente pueden contribuir a lograr una vida mejor para todos.
Naturalmente este proceder requiere, en primer lugar, dejar el sectarismo a un lado y actuar con respeto y consideración hacia el adversario político, actitud que no siempre se logra apreciar en muchos de los cargos electos, pero que a la postre sirve para que quienes así se comportan merezcan el aplauso e incluso el apoyo del conjunto de la sociedad.
Por otra parte, si efectivamente se gobierna para todos se estará dando un paso muy importante para el disfrute de una democracia real, apoyada en hechos y no en palabras, tal y como ya se puso de manifiesto, hace ahora treinta años, durante la transición política con los Pactos de la Moncloa que fueron la auténtica base del régimen del que hoy, fortunadamente, disfrutamos...
Así que a gobernar, a administrar bien y con austeridad, a fomentar el diálogo y a escuchar lo que todos los ciudadanos quieren, principio en el que debe basarse el gobierno para todos que desde aquí propugnamos.
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