Lo de los Pactos para el gobierno de las ciudades donde ninguna fuerza política ha logrado la mayoría, por muchos argumentos que se quieran trasladar a los votantes, no deja de ser un auténtico timo que recuerda bastante al célebre toco mocho que se ha utilizado hasta la saciedad con los ingénuos y que se ha convertido, tantas veces, en argumento humorístico de las películas españolas...
Se está hurtando con estos acuerdos, sin duda alguna, la posibilidad de que acceda al gobierno de los municipios y Diputaciones, también naturalmente en las Autonomías que han celebrado elecciones el pasado 27 de mayo, la fuerza más votada, que es lo que la gran mayoría de los ciudadanos desea y lo que, en una democracia real y auténtica, debiera consagrar la propia Ley electoral, impidiendo así que se fuerce la voluntad popular.
Solo en casos muy concretos y por causas absolutamente justificadas deberían plantearse los pactos e incluso, cuando la división de votos lo aconsejara, podría aplicarse el principio de fragmentar el ejercicio del poder durante una legislatura, haciendo posible el acceso al mismo de diversas fuerzas políticas en proporción a su apoyo por parte del electorado, igual que cuando existe un empate - como acaba de suceder en un pueblecito de Granada - se aplica el principio del sorteo para saber quién gobierna.
Aunque lo que realmente debería hacerse - a pesar de las justificaciones de los políticos para respaldar los pactos, algunas de las cuales mueven verdaderamente al sonrojo - es aceptar el gobierno de la lista más votada que es lo democrático aunque con ello haya partidos que pierdan cuota de poder y control sobre muchas instituciones y otros no tengan posibilidad de instalarse en el dolar...
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