Podría tratarse de un caso de desequilibrio mental - ya se ha especulado con ello - aunque deberán ser los expertos los que sobre el asunto se pronuncien finalmente, pero en todo caso no deja de ser llamativo el hecho de que un ciudadano, dicen que llevado por la desesperación como consecuencia de la crisis, se haya decidido a estrellarse con su coche, cargado con bombonas de butano y un sistema para su deflagración, contra la sede central del Partido Popular en Madrid que afortunadamente no sufrió mayores consecuencias que los lógicos desperfectos del alunizaje cuando la cosa hubiera podido acabar en tragedia...
Y esto, tras la llamativa dimisión del Fiscal General del Estado, la de la ministra de sanidad hace aún poco tiempo, las secuelas de la Gurtel que no acaban y lo que anuncian las sucesivas encuestas sobre los próximos resultados electorales es lo que faltaba a Rajoy y los suyos para acabar el año zarandeados por los acontecimientos a pesar de las previsiones que haya podido aventurar el sociólogo de guardia del Partido cuyas pautas parecen seguir en Génova - la sede atropellada por el ciudadano turolense - a pié juntillas sin inmutarse.
¿Habrá sabido interpretar el Gurú al que hacemos referencia lo que se trasluce del grado de desesperación de un ciudadano que se dice arruinado como consecuencia de la crisis para llevarle a cometer semejante atentado? Y es que si no es así, por muchas encuestas que se manejen y muchos estudios que se hagan sobre el comportamiento de los ciudadanos, de poca utilidad serán sus consejos para los dirigentes del PP y sobre todo para quién en su nombre preside actualmente el Gobierno de España...
Y es que empecinarse en una sola dirección para solucionar los problemas del país, por muchas recomendaciones que vengan de Europa se ve que no sirve para acallar las legítimas protestas de quienes padecen sus consecuencias, aunque ello no justifique en modo alguno a este kamikaze que esta misma mañana ha atentado contra la sede del Partido Popular.
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