Desde protestas por impagos de salarios, cierres de empresas o en defensa de la enseñanza pública a manifestaciones contra la reforma del mercado laboral, es amplio el abanico de quejas con las que calles y plazas de España se están encontrando en los últimos días, de manera reiterativa y con la peligrosa deriva de algunos actos vandálicos que las Fuerzas de Orden Público se han visto obligadas a reprimir para evitar consecuencias irreparables...
Y es esto último, sin duda, lo que debe preocuparnos a todos y lo que debería invitar a los Partidos Políticos a la prudencia, no vaya a ser que sus declaraciones, sus comparecencias públicas, ¿acaso sus consignas? se conviertan en la llama que prenda la mecha y después sea tarde para contener un peligroso estallido social, dada la situación de desempleo en la que nos encontramos inmersos y cuya salida no se ve próxima.
No queremos decir con esto que la protesta resulte ilegítima, que no asista la razón a quienes, desesperados, toman la calle una día si y el siguiente también, pero en una encrucijada tan difícil como la que atraviesa nuestro país en estos momentos, derivada sin duda de la negligente gestión de responsables políticos anteriores, bueno y oportuno sería que prevaleciera la calma y el diálogo por encima de incitaciones, mas o menos encubiertas y desde luego partidarias, para que la sociedad en su conjunto no se convulsionara mas de lo que ya lo está...
Es preciso contribuir a la serenidad, si no queremos caer en una peligrosa deriva.
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