domingo, abril 04, 2010

Cristo vive.

Es una verdad que conocen bien los cofrades, más de los que muchos piensan y menos de los que debieran, que concede sentido a cuanto antecede en la semana precedente, es decir en la Semana Santa cuya culminación no es otra que la Resurrección de Jesús, que la Iglesia celebra con gran solemnidad y que se materializa en muchas ciudades, entre ellas Jerez, con la procesión del Resucitado, una clara expresión de gozoso júbilo por ser la representación plástica de que Cristo vive...
Y es que sin esta certeza las procesiones, las Hermandades, los cofrades y cuanto rodea e integra este mundo, desde luego carecería de sentido ya que la Pasión y Muerte de Jesús tuvo como fín último nuestra Redención, culminada con su Resurrección al tercer día tras morir en la Cruz, en el Gólgota.
Y la materialización de que Cristo vive se encuentra sin duda, para todos nosotros, en esos Cristos vivos que nos salen al paso, en cada esquina, humillados, marginados, desprotegidos, enfermos, abandonados, pobres, hambrientos, despreciados, a los que tantas veces ni siquiera miramos ya que interpelan nuestra conciencia y para muchos es mejor mirar para otro lado...
Ahí está el sentido último del cofrade, su misión en esta sociedad - además de dar público culto a unas imágenes - y ahí su misión en la sociedad que le ha correpondido vivir, en la que tantos padecen hambre y sed de justicia, porque Cristo vive y está a nuestro lado.

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