Se ha dicho siempre "que en boca cerrada, no entran moscas" y cada día, en la vorágine de la vida puede uno comprobarlo, hasta la saciedad, con las imprudencias de ciertos personajes, cuando no se percatan de que delante tienen micrófonos que pueden estar abiertos y por tanto recoger alguna frase o expresión poco afortunada - podríamos citar en este post bastantes de ellas -, con las manifestaciones de cargos públicos que proclaman en alta voz ciertas cosas que se constituyen en auténticos escándalos, confundiendo a veces la política con la moral, con las declaraciones de algún eclesiástico que, por el contrario, suele interpretar decisiones políticas con criterios religiosos, ignorando aquello de "dar al César lo que es suyo y a Dios lo que corresponde al ámbito sagrado"...en definitiva que estamos rodeados de excesos verbales que en nada contribuyen a que las cosas discurran por el sendero de la cordura.
Podríamos aquí, como en el caso anteriormente citado de los "micros" que se quedan abiertos, recoger una extensa relación de dislates verbales, con nombres y apellidos y por circunstancias concretas, pero con ello también estaríamos nosotros entrando en el mismo juego de la incontinencia verbal de unos y otros que se constituye en el lamentable espectáculo cotidiano, especialmente en lo que a la vida pública española se refiere y que deja perlas tan lamentables que precisamente por lo dicho anteriormente nos abstenemos de reproducir...
Lo dicho. Calladitos se está mejor y pensar antes de abrir la boca suele ser el mejor método para no caer en la expresión desafortunada sobre cualquier asunto, como podemos comprobar un día si y el otro también en cuanto a algunos, peligrosamente locuaces, se les pone un micrófono o una cámara de televisión por delante para que se manifiesten sobre cualquier cosa...
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