Cuando todo un Presidente de Gobierno - el nuestro - salta al ruedo, como los maletillas, y atendiendo a una impertinente petición del Capitán del equipo español de la Copa Davis, por el lugar y la circunstancia en que se produjo, dice rotundo que recoge el testigo y que procederá a crear, en una futura remodelación del Ejecutivo, un Ministerio de Deportes, aparte claro está de agraviar a la Ministra titular de esta materia, y evidenciar que su respeto y consideración por el Poder Legislativo - que es quién debiera decidir en esta y parecidas cuestiones - deja bastante que desear, manifiesta con claridad que su sentido de la oportunidad es muy discutible, no ya por ponerse bien delante de los tenistas y simpatizantes sino por disponer del erario público, con la que está cayendo, con tanta superficialidad...
Pero nada, usted lo solicita y todo un Gobierno de un país que - dicen - se encuentra entre las diez primeras economías del mundo, a otorgar cuanto se le pida, con buen rollito a su Presidente, que para eso tenemos, por lo visto, la Caja repleta de caudales... ¿o no es así?.
Y puestos a pedir, aunque uno no sea el Capitán de la Copa Davis, que por fín hemos sido capaces de ganar fuera de nuestras propias fronteras, tras bastantes tropiezos por cierto, solicitaremos del Presidente del Ejecutivo instalaciones deportivas suficientes y dignas para todos y cada uno de los centros de enseñanza públicos de España, como así mismo pistas Polideportivas para todos los núcleos urbanos, de grandes, medianos y pequeños municipios, especialmente para estos últimos con muy pocos recursos, y ya puestos a seguir pidiendo, dotación de instalaciones para la práctica del Deporte en nuestras Universidades haciendo posible, como ocurre en muchos países, que los méritos y logros en cualquier modalidad deportiva se sumen a los académicos...
Todo ello, naturalmente, podría lograrse con ese frívolo compromiso de crear un nuevo Ministerio, de alguien al que debemos considerar un Estadista por su cargo y, sobre todo, haberlo así decidido los españoles por mayoría, de acuerdo con las reglas de la Democracia, aunque otras y muy importantes necesidades son las que evidencia nuestro país, con tres millones de parados por ejemplo.
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