Es costumbre generalizada, por desgracia, que automovilistas y motoristas, estos últimos en mayor proporción cuanto menor sea la cilindrada de su vehículo, no respeten los pasos de cebra, provoquen el sobresalto de los peatones que confiadamente se lanzan a cruzar la vía pública por el lugar debidamente señalizado para ello y, en más de un caso, terminen causando un atropello y la consiguiente víctima, a veces mortal, como acaba de suceder en Sevilla hace muy pocos días...
Es, como digo, perniciosa costumbre bastante generalizada que evidencia la falta de respeto por las normas de circulación y, sobre todo, desde la condición de un conductor de vehículo, por el ciudadano que camina a pié y de esta manera tan prosaíca deambula por la geografía urbana en su actividad cotidiana, en su disfrute del placer de andar - tan recomendable para la buena salud - o simplemente por no poseer un coche o una moto.
En esto del tráfico no solo existen las infracciones por exceso de velocidad, tan castigadas últimamente - y me parece muy bien -, las derivadas del consumo indebido de las bebidas alcohólicas, o de las drogas, tan habitual por desgracia en estos tiempos, sino otras faltas tildadas de menores pero cuyas consecuencias resultan igualmente lamentables y sobre las que normalmente se actúa solo cuando ya se ha producido el incidente o, lo que es peor, el accidente y bueno sería que sobre esto actuaran con más atención y eficacia los Ayuntamientos de todas las ciudades, pues en todas se padece de esta plaga auténtica...
Y digo yo que los pasos de cebra estarán para algo porque si no, ¿para que se pintan?
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