Que quienes han tenido la poco afortunada idea de recusar a determinados Magistrados del Tribunal Constitucional - dos el PSOE, tres el PP, recientemente - irrumpiendo "cual caballo en cacharrería" en la necesaria libertad de la Justicia, no parecen muy legitimados, por muchos votos que los respalden, para descalificar y juzgar una sentencia dictada por los servidores de la Ley que, por si poco fuera, se refiere al mayor atentado cometido en España - el del 11-M - que dejó tras de sí una secuela de muertos y heridos como nunca se había conocido, parece bastante claro para todo el mundo menos, por lo que se ve, para los que actúan de tal guisa.
Claro que aquí, en España, nos vamos acostumbrando y mal por cierto a que los políticos se atrevan a poner en solfa todo aquello que no está en línea con su propio pensamiento y, por supuesto, con los planteamientos ideológicos y programáticos de su Partido, por lo que es más que habitual que se produzcan este tipo de reacciones a las que, el común de la sociedad, asiste perplejo y preguntándose, no sin razón, sobre la cuota de verdadera libertad de la Justicia, uno de los pilares básicos de todo Estado que si se contamina con ingerencias ajenas deja de ser tal.
Ya sa sabía, se sospechaba de antemano, que un asunto tan complejo como los atentadod del 11-M era muy difícil que no acabara generando polémica y a pesar de ello nos hemos encontrado, otra vez, con las andanadas de los socialistas y sus socios vicarios como Izquierda Unida contra el Partido Popular y con las dudas y reproches de este último contra aquellos, especialmente con quienes detentan el Gobierno, con lo que el proceso acaba poniéndose en tela de juicio que es tanto como decir que el fallo del Tribunal no es del todo acertado, sembrando la inquietud y la sospecha en los ciudadanos.
Pero esto, por desgracia, no es nuevo y hasta que la propia Justicia no actúe contra quienes se permitan, públicamente, ponerla a los piés de los caballos, seguiremos asistiendo por desgracia a este tipo de espectáculos.
Triste, lamentablemente triste.
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