jueves, octubre 25, 2007

¿El dulce encanto de la juventud...?

He tenido la desgracia de pasar, en la noche de un sábado reciente, por la zona de "la movida" de Jerez - claro que igual daría en cualquiera otra ciudad de nuestra Comunidad autónoma o del resto de España - y ciertamente que el título de aquella célebre película se me ha llegado a atragantar al contemplar como, tras unas horas de ¿diversión? nuestros jóvenes dejan el lugar donde acampan, lleno de botellas vacías, de cristal y de plástico, bolsas de este mismo material, papeles o restos de comida, incluídas las cajas de cartón de las pizzas, en una imágen deplorable que habla muy poco en favor de nuestras nuevas generaciones...( y esto no va con segundas).
Claro que junto a esto, cuando uno camina por la calle va encontrando a su paso centenares de colillas que por lo visto no pueden arrojarse a una papelera o las cacas de los perros cuyos dueños parecen tener a mal recogerlas con una bolsa y depositarlas en los lugares habilitados para ello, es decir, en las papeleras y por supuesto toda clase de papeles, botellas de plástico y latas de refrescos, restos de periódicos, y un largo etcétera que viene a corroborar que lo que nuestros jóvenes suelen hacer, en su movida no es más que el resultado del ejemplo que solemos darles los ciudadanos adultos.
¿O no?
Y es que en un sistema de educación sometido a los excesivos vaivenes de los criterios político-ideológicos, cuyos planes de estudio cambian cada dos por tres - desde luego en cada legislatura que protagonice un partido político diferente al de la anterior - no solo es negativo que se supriman determinadas Humanidades sino que no se inculce a los ciudadanos los valores del respeto, la convivencia, la justicia, la paz o la limpieza que contribuirían, sin duda, a que nuestras ciudades no se vieran afectadas por esta plaga a la que nos referimos.
Pero parece que esto no se considera importante...

4 comentarios:

Alfonso Saborido dijo...

Padres y madres, tienen la llave. Una vez en mi asociación, hace años, porque esto ya lleva tiempo, estuve en la zona de movida de La Constancia. Ví a las tres de la mañana, chicas de unos quince años totalmente borrachas. ¿Y sus padres, no notan nada cuándo las ven llegar? Además ¿qué hace una chica o un chico a las tres de la mañana en la calle, si no es ni feria , ni Semana Santa , ni ninguna fiesta especial?
Aunque en los colegios se puede ayudar a evitar esto, yo apunto directamente a los padres como los auténticos responsables. Yo de jovencito, salía a las siete de la tarde, y llegaba a mi casa a la una. Y con trescientas pesetas que me daba mi madre, que de ahí, sacaba para tabaco, una cocacola y gasolina para el vespino.
Hoy los hábitos han cambiado: Se sale a las doce de la noche, como los búhos, con 20 euros en el bolsillo, no se bebe refresco, tienes que beber hasta caerte al suelo y regresas de día a casa. Y el domingo, en vez de aprovecharlo para ir a Misa, ir al campo o leerte un libro o ver la tele, a dormir como un lirón y perder el tiempo.
Repito, a lo mejor me equivoco, pero la culpa: los padres y madres.

Andrés L. Cañadas dijo...

Evidente, amigo Alfonso, que a los padres nos corresponde una gran parte de la responsabilidad en este problema, pero tampoco podemos ignorar como la propia sociedad, los Medios de Comunicación (especialmente los audiovisuales), incluso la ausencia en los planes formativos de materias como las que nos ocupan, influyen decisivamente en este asunto.

joaquín dijo...

He escuchado una frase sonar y dice: "Los jóvenes son y serán siempre la evolución de su herencia".
Y como joven, concuerdo un poco. Los adultos que hoy en día controlan el entorno de los jóvenes no sólo (no es poco) incitan a comprar alcohol, a vivir la agitada vida de la noche, a perder el placer de la lectura y el buen hábito (para no decir Misa, pues no soy cristiano). Además, los jóvenes nos topamos con un 'Padre' desatento e inconsciente, ni hablar de mal informado.

Andrés L. Cañadas dijo...

Desde luego que los jóvenes son, en bastante medida, la proyección de sus propios mayores y que el mal ejemplo de aquellos propicia, sin duda, comportamientos poco responsables, pero ¿ a una juventud que como la actual tiene al alcance de su mano - salvo muy pocas excepciones - estudios universitarios, nivel de vida alto, acceso a la información de todo tipo, etc. tan difícil le resulta comportarse correctamente y no "empocilgar" calles y plazas que también son de los demás ciudadanos?
El señalar a sus mayores y la falta de diálogo de aquellos ¿ no es acaso una fácil excusa...?