Lo de la antigua Caja de Ahorros de Madrid, ahora Bankia, con sus tarjetas llamadas opacas es de tal sinvergüencería que uno no acaba de encontrar palabras para definirlo salvo que, como ya queda dicho, se hable de asco, bochorno, abuso, fraude y descaro que, cuando menos, serían calificativos que sin duda se corresponden con este asunto al que toda la sociedad en su conjunto aguarda se le aplique por parte de la Justicia la sanción ejemplarizante que el hecho merece y que ha venido a colmar el vaso de la paciencia colectiva en un momento en que la corrupción se ha convertido en uno de los principales motivos de preocupación de los españoles...
Y es que este asunto de una antigua Caja de Ahorros, que en mayor o menor extensión podría aplicarse a otras muchas entidades similares de las que ya hemos tenido pruebas contrastadas por los Tribunales, ha venido a corroborar lo que la entrada de los Sindicatos y Partidos Políticos, y sus militantes agraciados en dichas entidades para administrarlas y gobernarlas ha supuesto para estas instituciones de ahorro que tantos buenos servicios, a través de sus llamadas Obras Sociales, habían prestado a la sociedad hasta que llegaron estos voraces administradores para saquearlas y obtener el botín de los créditos blandos, las tarjetas opacas o las suculentas dietas por asistir a una reunión.
Por eso clama la sociedad y pide ejemplaridad a la hora de investigar este nauseabundo asunto y sobre todo que el peso de la ley caiga sobre quienes se han aprovechado de un sistema que funcionaba hasta que los bandoleros llegaron al mismo a lomos de un carnet partidario responsable último de semejante atraco que sonroja a quienes todavía concedían un mínimo margen de confianza a representantes de partidos, sindicatos, organizaciones empresariales y otras variadas especies del espectro socio político español...
Caiga sobre todos ellos el peso de la Ley y cuanto antes mejor.
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