A nuestra generación sin duda le ha tocado vivir acontecimientos de todo signo que, amplificados por la cobertura de los Medios de Comunicación, han cobrado entre nosotros un protagonismo inusitado y se han convertido en referencias obligadas para el conjunto de la sociedad de nuestro tiempo. Unos, negativos para la humanidad, como los atentados que sufrieron las llamadas Torres en Nueva York o los terribles atentados de los trenes en Atocha, en vísperas de una consulta electoral; otros sorprendentes como la insólita dimisión de un Sumo Pontífice, algo que se perdía en la noche de la historia y ahora esa imagen de un Papa, arrodillado ante un confesionario en la Basílica de San Pedro...
Y es que el gesto del Papa Francisco, además de inusitado es de una elocuente humildad y toda una catequesis pública sobre el Sacramento del Perdón para quienes se manifiestan y sienten creyentes y en esta Cuaresma alcanza por si mismo el valor de un símbolo que el Santo Padre, que tantas muestras de renovación está dándonos desde que fuera elevado al Solio de Pedro, ha querido ofrecernos a todos mostrándose como un pecador mas.
Por eso hay que resaltarlo y elogiarlo y es otro motivo mas de esperanza que el Papa Francisco nos ofrece con su actitud de ejemplar humildad, arrodillado ante otro sacerdote en uno de los confesionarios de la Basílica vaticana, antes precisamente de sentarse también el a administrar a los fieles el Sacramento de la Confesión. Mas elocuente, imposible esa imagen que ha dado la vuelta al mundo...
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