Ciertamente que en los últimos años el voluntariado en España se ha incrementado de forma exponencial, ya que son miles las personas que se dedican, de una u otra forma, a colaborar con los mas necesitados de ayuda, de compañía, de atención en una palabra para poder superar las dificultades que les afectan, tanto físicas como morales y esto es buena prueba de que el compromiso social se ha enraizado en el quehacer cotidiano de muchísimos ciudadanos que parte de su tiempo lo emplean en tratar de ser útiles a cuantos los rodean...
Naturalmente que esta actitud tiene bastante que ver con el incremento del nivel de vida del conjunto de la población española y por supuesto de su formación intelectual y su predisposición para colaborar en todas aquellas causas que sirven para paliar, al menos en parte, la soledad de los ancianos, la pobreza de zonas marginales, el hambre - que no son pocos los que desgraciadamente la sufren - el analfabetismo, la superación de las enfermedades o la búsqueda de fórmulas de convivencia para lograr esa sociedad mejor a la que todos, sin duda, aspiramos.
Y en este proceso del incremento constante del voluntariado - escuelas nocturnas, comedores sociales, asociaciones dedicadas a la compañía y asistencia de enfermos terminales, hogares o residencia de mayores, es evidente que están participando en gran medida muchas de aquellas personas que, concluida su vida laboral, disfrutan de una pensión que les permite siquiera la supervivencia sin lujos y por supuesto disponer del tiempo suficiente para entregarlo generosamente a los demás, sin pedir nada a cambio, aparte claro está de asistir a su propio entorno familiar que en muchas ocasiones - por supuesto mas de las deseables - depende encima de ellos...
Por eso tiene mucho mas valor el voluntariado de que disfrutamos y por eso quienes forman parte de el, merecen toda nuestra admiración y respeto.
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