Con motivo de la fiesta de la Banderita, que cada año la Cruz Roja española promueve para recaudar fondos que le permitan sufragar su benemérita labor asistencial, ha sorprendido a los madrileños la imágen de normalidad del Príncipe de Asturias caminando desde el Palacio de las Cortes hasta el de Santa Cruz, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, pasando por la Puerta del Sol, para acudir a las tres mesas donde la Reina, la Infanta Elena y la esposa del heredero de la Corona atendían las respectivas mesas de la cuestación, lo cual no es extraño - me refiero a la sorpresa - ya que no es nada habitual que este gesto se practique en la cotidianeidad...
Y tal vez lo deseable es que esa forma de comportarse, tanto de los miembros de la regia familia como y muy especialmente la de los muchísimos cargos públicos del Estado, sobre todo los mas relevantes, se hiciera habitual para que los ciudadanos de Madrid y del resto de las poblaciones de España no se quedaran literalmente de piedra cuando se toparan, como ha ocurrido esta mañana, con todo un Príncipe, como es bastante frecuente, por cierto en otros países de nuestro entorno que ven como sus autoridades mantienen - dentro de la prudencia debida por las ineludibles medidas de seguridad - un comportamiento casi normal.
Pero si no es lo habitual, bienvenida sea esta nueva manera de comportarse del heredero de la Corona que sin duda le acercará mas al conjunto de los españoles que tantas veces tienen que conformarse con verle en las imágenes de televisión, en serios y protocolarios actos oficiales y que por eso esta misma mañana se han sorprendido viéndole con paso ligero por calles céntricas de la capital de España, como un ciudadano cualquiera, aunque estuviera logicamente rodeado de no pocos escoltas...
¿Que tiene de extraño?. O al menos, no debería serlo.
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