jueves, noviembre 17, 2011

Insinúa que algo queda...

Se ha puesto de moda, de unos años a esta parte y especialmente entre la clase política de nuestro país, lanzar acusaciones, a veces muy poco fundadas y en otras carentes de cualquier respaldo probatorio sobre lo que se dice, contra los adversarios ideológicos, comportamiento que se acentúa de forma exponencial cuando llegan las llamadas campañas electorales en las que, por lo visto, estos personajes - sea cual sea su proyección, su importancia o su perfil ideológico - olvidan las buenas maneras, el respeto, la corrección y hasta la veracidad con tal de descalificar a los contrarios.

Siempre se ha dicho aquello - y es real - de calumnia, que algo queda" y en este caso que hoy comentamos, sin llegar a ser auténticas calumnias lo que unos y otros dicen y se atreven a pregonar, ante la muy posible querella del criticado, se queda en una maliciosa insinuación con efectos bastante similares a los que provoca toda acusación que traspase los límites de los permitido; es decir, que a la postre lo mismo me da que me da lo mismo, que diría el castizo...

Y de esa manera terminan convirtiendo uno dias en los que deberían afanarse en explicar que es lo que quieren hacer, si alcanzan el poder, cual es su proyecto, cuales sus intenciones, que es lo que piensan sobre tantas cosas como debe atender un político en ejercicio, en una auténtica cloaca en la que vuelcan su falta de estilo, su incapacidad para confrontar ideas de manera razonada, su falta absoluta de inteligencia para señalar las carencias del adversario, aunque muchas veces lo quieran disfrazar de ironía.

Y ya va siendo hora de erradicar de raíz estos comportamientos de la vida política española con la aplicación rigurosa de la ley - si hay que reformarla, que se haga - no siete u ocho años después de ocurrido el hecho sino con una actuación judicial ágil e inmediata.

¡Cuantos bocazas callarían si así fuera...!

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