jueves, abril 21, 2011

Desde detrás del antifaz.

Contemplando la ciudad, a través de los ojos del antifaz nazareno, se encuentra uno con la realidad de tantas cosas a veces ignoradas, tan desconocidas, inimaginables a la luz de lo cotidiano y que solo nos salen al paso si las podemos mirar desde detrás del antifaz...

Miradas absortas, suplicantes, clavadas en la Imágen que quién eleva sus ojos tiene delante, de Jesús o de María, en ese crisol de mil títulos devocionales que pasean calles y plazas de nuestro pueblo en las jornadas, singulares y únicas, de la Semana Santa. Ojos humedecidos, plegarias apenas musitadas, piropos, besos al aire, manos infantiles saludando al Cristo o a la Virgen o diciéndoles adios, con sus manitas, cuando el paso prosigue su camino.

Emoción contenida, ruego esperanzado en la solución de una enfermedad o de un problema, alegría por el reencuentro en plena calle, tristeza y dolor en lo más profundo del corazón de quién está mirando, el signo de la cruz sobre su cuerpo, la respetuosa inclinación de la cabeza ante la majestad torturada por la incomprensión de los hombres...el intento de pasar la mano por el canasto o los respiraderos, como buscando consuelo y protección.

Un universo de sensaciones contenidas y manifestadas nos dejan ver, desde detrás de nuestro antifaz cofrade, lo que expresa la llamada piedad popular, esa que nombran religiosidad popular como si de algo menor se tratara, cuando realmente es la manifestación más auténtica y sincera de los sentimientos de las personas de nuestra tierra.

Y quién así no lo vea, es que carece de la sensibiliad suficiente  para entenderlo...

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