La deplorable imágen que los Medios de Comunicación están transmitiendo a los ciudadanos sobre la situación de la Justicia en España, especialmente las informaciones que sobre la misma difunden todos los canales de Televisión, aparte dejar en evidencia el arcaíco sistema de trabajo que en ella se emplea, la acumulación de trabajo en todos los Juzgados, podría concretarse, tristemente, en esos montones de legajos apilados sobre mesas, estanterías, en el propio suelo de las dependencias judiciales, en los que se supone se encuentran los detalles de miles de juicios y resoluciones pendientes que se prolongan en el tiempo, de forma inexplicable...
Y no vamos a hablar ahora, por haber hecho referencia en anteriores comentarios, de la politización de los organismos judiciales, de aquellos que tienen en su mano la regulación y ordenación del llamado Poder Judicial, sometido desde que España recuperó la democracia a las cuotas partidistas que lo incapacitan para poder actuar con libertad, o aquellos otros cuyo papel es el de ejercer la acusación en situaciones que requieren la intervención del llamado Ministerio Fiscal, que esa es otra cuestión.
Pero con las protestas y anuncios de huelga promovidos por las diferentes Asociaciones de Jueces y Magistrados, que el Ministro de Justicia naturalmente no considera razonables, el problema de la Justicia española en su conjunto, con un crónico funcionamiento deficiente, ha vuelto a cobrar una rabiosa actualidad que el ciudadano visualiza en esas montañas de papeles, arrinconados en las dependencias judiciales, que son la prueba más palpable de lo que un periodista, creo que mañagueño, dijera hace años titulando su comentario "Los de la Audiencia, no funcionan", queriendo referirse a los ascensores del Palacio de Justicia de la capital de la Costa del Sol, aunque ello no evitó que el compañero fuera procesado por lo que alguien consideró un insulto...
Y ya va siendo hora de que legisladores, responsables de la cosa pública y los propios profesionales de la carrera judicial se afanen en arreglar este auténtico despropósito que descalifica muy seriamente uno de los pilares de nuestro sistema democrático, de acuerdo con la división de poderes que en su día formulara Montesquieu.
ya va siendo hora de acometer la solución de esta gravísima deficiencia de nuestra democracia.
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