Se lucieron las Naciones Unidas, inspiradas por el plan británico para Palestina, cuando en 1947 - hace ya algo más de seis décadas - decidieron dividir dicho territorio en dos Estados, uno árabe y otro judío, para que este pueblo errante encontrara por fín "un hogar nacional", lo que suele ocurrir cuando las cosas se hacen forzadamente y a medias, sin tener en cuenta las posibles reacciones de unos y de otros, lo que nos ha llevado a una permenente fuente de conflictos en los que uno piensa se encuentra en buena parte el origen del llamado terrorismo islámico, que tanta sangre y tanta destrucción ha acarreado a la humanidad...
Claro que tras esta decisión, que en el tiempo se ha revelado poco afortunada, la declaración de independencia del Estado de Israel, tan solo un año después y las sucesivas guerras - contadas por victorias, eso sí - de este con los estados árabes han creado una condiciones explosivas en toda la zona cuyas consecuencias internacionales no es preciso reseñar, por bien conocidas de todos.
Y ahora, con elecciones próximas y de resultado incierto en Israel, nuevamente se vuelve a recrudecer el permanente conflicto con su secuela de muertes, destrucción y acumulación de odio por uno y otro lado que mucho nos tememos se mantendrá por tiempo indefinido.
Para colmo, en todo esto, la manipulación informativa de cada bando, presentando una idílica realidad desde Israel y por supuesto la agresión que permanentemente sufre, con lluvia de misiles incluída, o las terribles escenas de niños destrozados, alineados unos junto a otros o en brazos de padres y madres que muestran su dolor con gritos y gestos, para terminar de crear una justificada irritación y un desconcierto sobre lo que realmente está pasando, que en nada contribuye a generar la necesaria confianza en una pacífica resolución de esta masacre interminable...
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