Una vez más lo he podido comprobar, contemplando esos ojos llenos de ilusión, de fantasía y de sueños con que todos los niños miran la figura de los Reyes Magos cuando pasan ante ellos, en la mágica noche del 5 de enero o, aquellos más afortunados, que tienen la oportunidad de saludarlos en la hermosa ceremonia de la "Coronación", que en Jerez tiene lugar últimamente - y con gran acierto en la decisión - en el patio de armas del recinto del Alcázar...
Si se ha dicho siempre que las miradas hablan, desde luego la de un niño, ante la figura mítica de un Mago de Oriente, cobra especial elocuencia, ya que en ella se acrisolan alegría, ilusión, algo de temor por supuesto, fantasía, incertidumbre y aunque pudiera parecer una paradoja, certeza de que la bondad del Rey - el de cada uno - acabará por traerle, en la mañana del día de la Epifanía todo aquello que le ha pedido en su carta.
Por eso, la noche de la víspera, que no hay otra más adecuada para denominarse así que la del 5 de enero de cada año, al menos en nuestra tierra, lo que de verdad resplandece son los ojos de los niños que volverán a confirmar ese cúmulo de sensaciones cuando al amanecer del día siguiente se encuentren, en el salón de su casa, a los pies de la cama, o en cualquier otro lugar elegido por la fantasía de sus mayores, lo que por ser buenos, aplicados, aseados y ordenados - ¡ que todos lo son, sin duda ! les han traído aquellos que un día, en pos de la estrella de la ilusión, llegaron a Belén de Judá, como cuentan evangelios apócrifos y leyendas...
La mirada de los niños en la noche-mañana de Reyes, el mejor broche para culminar el tiempo de Navidad.
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