jueves, enero 11, 2007

¿Son democráticos los Partidos?

Por lo que se ve y sucede, de manera continuada, parece que el concepto de Democracia, es decir "el gobierno del pueblo", en el seno de los Partidos brilla bastante por su ausencia y al final, ni los propios organismos representativos de cada uno de ellos, a cualquier nivel, pintan nada cuando de contradecir o corregir la opinión y el criterio del "Jefe" se trata.

Lo hemos vistgo, en su día, en la sustitución de Aznar, al frente del PP, por Mariano Rajoy, o cuando este ha impuesto a la línea dura de su partido en los cargos de confianza que le rodean y modelan la actuación de los Populares y lo vemos un día si y el otro también en el PSOE donde nadie ha osado, por citar tan solo un ejempo, enfrentarse a ZP en su cruzada a favor de la negociación con Batasuna y ETA o decirle, simplemente, que un asesinato no es ni puede llamarse nunca "trágico accidente", so pena de que a uno le terminen considerando un lerdo y a cuantos lo acatan sin rechistar, también.

Lo vemos y comprobamos, a cada instante, en el ámbito de la política nacional e igualmente podemos comprobar que en las Autonomías - y la nuestra, Andalucía, no es una excepción - sucede tres cuartos de lo mismo, y lo que dice quién manda es lo que se hace, y a callar...

Lo practican los grandes Partidos, y desde luego los pequeños. Lo aplican a rajatabla los de carácter nacional y por supuesto los llamados nacionalistas y mientras tanto, la militancia de uno y otro -¿Por que no será obligatorio que los Partidos tengan que dar cuenta a la sociedad de que respaldo tienen en realidad, pero efectivo es decir cuantos son los que pagan la cuota, y sin embargo las empresas y sociedades por ejemplo tengan que hacer públicos sus balances?- a decir a todo amén, dicho sea esto último con perdón no vaya alguno a molestarse.

Es decir, que nuestras fuerzas políticas, que de vez en cuando nos convocan a las urnas para diversos asuntos en su propio seno interno suelen funcionar aplicando el rodillo del criterio de su cúpula dirigente, sin tener en cuenta para nada la opinión mayoritaria de la que llaman "sus bases".

Y así, todos tan contentos y la sociedad civil tan alegre y confiada poniéndose en manos de tan deplorable ejemplo democrático.

¿Hasta cuando?



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