El mismo día en que se convocaban las próximas elecciones en nuestra Comunidad se conocía la generosa ayuda - unos sesenta y seis millones y medio del ala - otorgada por la Consejería de Empleo - ¡ no me me mientes la bicha, por favor ! - a los Sindicatos UGT y CC.OO. para actividades formativas y por si poco fuera, un día mas tarde se anunciaban tambien en el BOJA otras ayudas superiores a los noventa millones, de los cuales algo así como cincuenta y cuatro se destinaban también, - ¡oh casualidad! - a las mismas centrales sindicales...
Posiblemente para compensar, con parecido destino - es decir, programas de formación para personal en activo - la Confederación de Empresarios de Andalucía también ha sido agraciada con la menudencia de treinta y seis millones de euros cifra que tampoco está nada mal y que quienes la otorgan entenderán, seguro, como una demostración de la equidad en los repartos de regalías en esta tierra nuestra.
Digo yo.
Y no es que dar dinero a organizaciones de trabajadores y de empresarios esté mal, aunque el horno no esté precisamente para bollos, y mucho menos si esas generosas subvenciones tienen por objeto la formación que pueda facilitar el empleo o mejorar el que ya se disfruta, pero a uno se le ocurre preguntar, simplemente, ante tanta dádiva, si alguien aquí mide en tiempo y forma la rentabilidad de esas ayudas, si algún organismo evalúa el empleo eficaz de tanto dinero, si de alguna manera se puede garantizar a la sociedad en su conjunto que es de la que provienen esos fondos el correcto empleo de los mismos, su utilidad y su óptimo rendimiento...
Y es que si no fuera así, habría que comenzar por pedir explicaciones y responsabilidad a quienes tan libremente los otorgan.
¿Verdad?
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